Razón y alegoría,
son como la piedra y el agua,
juntos forman el río.
Agotada, he andado trozos de un ciudad sin mareas, recorro arenal para descubrir un río de pedruscos con su larga sombrilla de voces de árboles, que recuerdan entre ellos cuando eran un bosque sin asfaltos, ni padecían estos largos alambres que les torturan las danzas de sus hojas y que aún hoy, se quejan emitiendo sacudidas y temblores.
Estos árboles se deshojan de puro berrinche, tapizando los cementos, a ver si con esta manifestación de transpiración natural, el bosque renace y expulsa, de una buena vez y de un solo tajo, a la intrusa ciudad que lo ahoga.
Estos árboles se deshojan de puro berrinche, tapizando los cementos, a ver si con esta manifestación de transpiración natural, el bosque renace y expulsa, de una buena vez y de un solo tajo, a la intrusa ciudad que lo ahoga.
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