30 noviembre, 2013

Cazador de Vuelos II




El aire es abertura de silencio donde la bestia vuela alto, desciende en picada y devora el canto, la pluma azul, los trazos de cada giro suspendido. Huir de la muerte alada, bestia siempre cercana, acrobacia de viento en fuga, alcanzando de frente los rayos de sol. Deslumbrar con osadía aquellas garras que casi alcanzan la huida. Hurgar en el vacío es ascenso de vida. Las garras son parte del grito extendido, chillido del trueno. Y las ramas de árboles generosas se abren para esconder los latidos de vida. La furia ha traspasado y arrancó un trozo de piel extendida, los lazos del viento quedan mutilados.




Caer es morir, precipitación vacua, oquedad de vida y aún al flotar, la herida es el destino de un desplome irreversible. Los latidos son llanto que prorrumpe hacia la tierra. Cuerpo atraído por la roca despeñada, inútiles son los esfuerzos del viento por sostener el deseo. El golpe asestado arroja el torso como masa, el golpe se enfrenta contra rocas; ahí se terminan de quebrar los aleteos. Vuelo fracturado. Todo revoloteo es ínsula del deseo, simples despertares de nube en vientos azules...

El canto de ave es ahora lamento, llanto donde se arrastran miserias. La luz solar casi salvadora sólo observa, como quien mira los últimos segundos expectantes antes de los últimos latidos, antes que el cuerpo se abandone como cadáver en el vientre de la tierra. Al girar un poco, se observa, ¡Ahí!, un hueco de salvación, sólo llegar. Esconder la sangre entre la lluvia. Arrastrar los latidos como quien arrastra sus propias míseras, sólo un poco, sólo un poco más...

Y agazapada, en el sigilo, otra bestia observa el esfuerzo...





29 noviembre, 2013

Cazador de vuelos I



Abrir la mirada, como el viento abre su propio diálogo de silencios, trazos de infinito. Sólo la nube es apertura de cielo en luz. Mirar, sólo mirar, vacío en que flota el canto, voz extendida como alas de sol y luna revoloteando destinos.

Beber agua de un surtidor como quien bebe vida en gorjeos y, gozar de las semillas, dorados trozos donde la mañana vierte sueños. Disfrutar de las semillas, secretas y pálidas, como voz de lluvia. Cazar entre la hierba el rocío. La mirada espía, en secreto, se agazapa la voz del vuelo en sus propios giros de vacío.

La piel de la tierra se extiende bajo la mirada. Nervaduras de bosque donde mar y río se unen en un abrazo de aguas dulces y saladas. Navegar en neblina es hurgar la voz, deseo secretamente extendido con la mirada fija en la lejanía de vuelos y tinta. Danza de viento en pacto de luz y cielo; así es como el planeo traza los secretos del atardecer.







20 noviembre, 2013

Marea de tinta en púrpura y nieve


En estos acantilados del silencio, los días no miran sus mareas de tinta. Las palabras se desploman a gajos, son exilio que buscan hendiduras dónde esconder latidos, voces vertidas en aflicción. Y aquella otra voz, sólo un soplo dulce y breve que desfondó el firmamento, prodigioso designio divino que hace marchar todo aliento al límite de sus propios abismos.

Las alas fracturadas se doblan torpes, buscan el embate contra el aire para terminar presa de sus propias melancolías. El cielo se abre como mortaja a los vuelos emprendidos anunciando los últimos latidos resplandecientes que se van desgranando en tintas y los milagros trazados, la fortuna los volcó en enojos, el ejemplo venerado, es simple disolución de una arena bañada por espumas del aire.




No hay cadena pero el alma pesa.
No, no hubo grillete, pero el espíritu a penas respira.
Nunca hubo jaula pero el vacío aterra con sus barrotes de silencio.
Y aprisionadas las palabras en tinta, la libertad presa, da un solo respiro y rompe su alba que se torna en púrpura desengaño de la fría memoria.



En la lejanía, en otras orillas del tiempo, el fuego engendra sus propias ponzoñas y una fiera mítica devora el último de los vuelos de la luz. En la piel de la tierra, un ave que quiso alcanzar el artesón dorado, cae, sólo cae, desfallece en artificios nocturnos y quebrada, a tientas, busca sólo una palabra entre púrpura y arena cuyo frío ya no sea un ardor de nieve. Así, el destino roe y muerde los deseos, mientras las últimas flores con aquel nombre, aún en pétalos y aromas, se tornan en áspid breve que devora la voluntad.

El último aliento antes que la máquina del cielo lance su gemido y la noche devore con su oscuridad, las últimas palabras que brotan en labios de la marea...




15 noviembre, 2013

Alquimia de hielo


El cielo con su luz se ha marchado y una voz nocturna queda como eco frío de un silbido que golpea los cristales. Abajo, en la realidad, el aire deambula en olvido, traza breves remolinos de polvo como designios secretos. Arriba, la tempestad nos asecha, difícil arrancar secretos a la tinta.

Arduo es el trabajo que descifra entre versos la fría alquimia de los pensamientos. Cuesta escribir, las manos se entumecen como los pensamientos y sus latidos...  El hielo es sólo aire frío que nos recuerda cómo se deshojan los últimos días del año, como se desvanecen recuerdos y palabras.

Un atisbo, sólo un instante, un breve día que termino en desconcierto gélido y deambulo con paso firme marcando los límites de los puentes nocturnos. Me han contado que hay lugares en el mundo en que el invierno habla con voces de hielo hecho luz de estrellas como destellos de cristal, y hay voces que aguardan en el corazón, como si el universo descendiera a manos de los transeúntes del olvido, a pesar de los desiertos, con su gélido vacío. Y en estos páramos, los besos del hielo sonrojan la luna que se convierte en la única flama viva que navega estos huecos del viento. Así, la imagen de lo imposible se revela como un salto inaudito en el tiempo y en la piel de los sueños.