29 octubre, 2013

Camino a Aztlán...



Camino a Aztlán, la magia de lo secreto toma su lugar y el gran árbol del mundo guarda su fruto, caen sus hojas como caen los pensamientos. Sí, ante la muerte toda vida se desgaja como oropel de cosas sin sentido.

Nos vamos con el alma desnuda sosteniendo sueños entre las manos.




La tierra de las Garzas, tierra de blancura, plumas hechas trozos de niebla. El ciclo inicia su sueño blanco, el mundo se llena de frío y nieve. La muerte sólo sale a deambular mientras la hierba se marcha para dormir bajo tierra. La sangre de las plantas evaporan su aliento y todo queda seco, la tierra pierde su frescura y se torna corteza seca de tiempo sin tiempo.

Un altar de aromas de nardos es voz de cielo que desciende como frío seco. Última mesa del último alimento que como ofrenda de azúcar y sal, nos han otorgado los que aún quedan en el mundo.

Allá, lejos ahora, quedó ese otro mundo en su propio silencio de llantos.

No vamos a ningún otro lado, sólo hay un camino hacia la cueva de pétalos blancos.

Nuestros latidos alimentan los rezos, son pulsaciones que sólo el agua que cae en desprendimiento de vida logra escuchar.

Al otro lado del vacío, la abuela observa y saluda. Las yemas de la piel del alma encadenan un grito negro ceniza que nos une como abismo sin latidos, sin voz, sin mirada.



Hoy, sólo hoy, el alma es la que deambula, la que encuentra su propia ruta de pétalos amarillos.

Una garza, origen de este otro mundo, agita sus alas. Oculta el sol. Oculta la luna. Nos cierra los ojos en abismo y entre sus plumas, lo que fuimos cae, como dispersión de vacío y nos descubrimos entre fuego, entre nieve, entre neblina, entre lluvia, somos el crisol de vida donde todo queda disuelto. Sangre dónde el cuerpo olvida su sentido.

¿Acaso Somos? sólo sombra, triste balbuceo en una oración de labios.

El crisol como caldero nos ha fundido en olvido de vida, mausoleo de viento, aire de palabra escrita en la memoria del agua.




La historia de la festividad de día de muertos se puede leer en Mictlán, una nota que he preparado para Lenka21. 

27 octubre, 2013

Faisán de luz en condena...




Bien podías temer ese castigo,
    y otro mayor podías,
pues la fe adulteraste de un amigo.
L. Góngora

Mortaja encadenada al silencio
en transparente muralla de cielo,
al horizonte, un exilio de tinta.
El olvido, tirano imperio sin corona.

Eslabones de pensamiento unen
y engarzan las alas de la ventisca.
Las plumas no aletean los avernos,
y en eco de lluvia se disuelven los latidos.

El verso nace solo en los abismos,
mudo amante, abreviación de cielo
que amordaza todo sueño y trazos,
la caligrafía queda para los arenales,
aquí, ni la osadía puede alzar el vuelo.

El agravio fue un letal precipicio,
y en orfandad se paga una a una,
cada línea escrita en el firmamento.
Así se desploma el anhelo como astro,
y la luz, queda presa, faisán en melancolía...



21 octubre, 2013

Letargos de tinta...



Noche, desgranas
preludios del aurora.
Letargos de luz,
son sólo evocaciones
del invierno que acecha.


*
Viento murmura
temblores de mar
que reptan las orillas.
Oleajes del otoño
en vuelo de gaviotas.



*
Silencio cae,
despeñando los sueños,
labios de niebla
que requiebran la tinta,
universo secreto.



20 octubre, 2013

Lisonja de la nada




yo solo, mudo amante,
los hierros callaré de mis cadenas.
Góngora


Fugaz fuga de luz altero a los cielos,
y trazó cadenas de vacíos al universo.
Sólo una cauda del sueño que pisa tinieblas.
En brillante sombra se desvanecen las arenas
y ante la frágil mirada de lo incierto,
el ser alado cayó por sostener estrellas...
Abrevando paraísos fue negado por el sol.
Al perturbar las transparencias del aire, 
en su tinta quedaron vestigios de quimérica desolación,
huellas del exilio en lejanía con sabor a otro Edén. 


13 octubre, 2013

Luna en orlas de viento


Octava maravilla sois del suelo;
nido de un fénix raro,
que argenta el aire con su dulce vuelo.
L. Góngora




Navegante luna en las orlas del viento, 
tus mareas de insomnio trazan alumbramientos,
pensamientos que huyen en cristalinas alas.
Son sólo labios del sueño vendados,
suspiros encallados en arenas y escollos de sombras.
Ya sólo queda navegar en tinieblas de lo incierto,
en este páramo todas las estrellas han huido.
Aquí ya no renacen los entramados besos del aire
con su dulce veneno alado, punzón que hiere el vacío...