27 febrero, 2012

Lethargus, sólo demoración de la tinta....




Lethargus, sólo demoración de la tinta....
La noche desgaja sus aires y hojas, preludios de amanecer.
Aguardo...
Espero tus palabras, espero esas palabras que me recuerden que hay temblores de tinta y latidos de aire al otro lado del agua.

Hay noches como ésta, en que la voz del vacío es un sigiloso reptar de memorias que nos inventamos para vivir, simples evocaciones para darle un sentido al deambular de estos ciclos de tiempo que se llaman noche y día.
¿Escuchas los oleajes de la nocturnidad?
¿Puedes cerrar tus ojos y oír las discusiones del vuelo de las gaviotas?

Más allá de los cristales, el sol y la luna tiemblan, se miran a lo lejos, enrojecen, huyen de ellos mismos, caen bruscamente uno con el otro, envueltos en el silencio de un universo vociferante en gritos de luz.
Son caídas de silencio iluminado...
Sí, más allá de la mirada, hay otra mirada que no percibimos, sólo podemos olfatearla al escucharle, y como quienes persiguen un arcoíris de inmensidad, en medio de un sueño hecho astillas de nebulosa, sólo somos expresiones de espumas marinas que la tinta deja en los renglones de cada página...
Y así, después de recorrer el universo, hay que tener el valor y entrar solos, quitarse los zapatos de escrituras de humo y caminar al lecho de los sueños vacío.
Una vez ahí, ya sólo queda... ¡Despertar!


 L'l. 27feb’12


                                                                                                   




©Lucía de Luna

18 febrero, 2012

Confrontaciones de la realidad que parecen un sueño


 El surrealismo es lo cotidiano ante un mundo que ya no se asombra ante lo insólito porque estamos acostumbrados a nuestras propias estructuras de asombro. 

El virtuoso está dentro de los palacios no en el mundo ordinario donde deambulamos anónimos con nuestros sueños hechos rollitos de deseos guardados como listas para un futuro, ahí, bien escondidos en la cartera.

Tenemos estructuras para todo, por lo que nos hemos olvidado de que los verdaderos contrarios se estampan en la realidad. 


Y el mundo absorto por el tiempo, sin capacidad para detenerse y escuchar la maravilla al alcance de la mano y sin una taquilla filtrando y separando a los afortunados del oído con los que viven en silencio del asfalto y sus ruidos de modernidad.

¿Qué pasaría si Joshua Bell nos diera un concierto en Metro Balderas o el Zócalo?






http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/04/AR2007040401721.html

http://cultura.elpais.com/cultura/2007/04/09/actualidad/1176069601_850215.html


http://www.joshuabell.com/biography




14 febrero, 2012

Páramos del Olvido






La primera baja en la guerra es la verdad, Esquilo.
I.                   Polvo, 26-IV-37

En el polvo la voz queda sepulta, como escenarios de hielo perdido en el vacío de un cielo que ya no abre más sus nubes a la mirada. 

Los páramos del olvido no quedan en ningún sitio pero reptan por todos lados. 

Los páramos son como el animal herido balando por ayuda antes del sacrificio, su grito es un chillido sordo que se estampa como el granizo contra los pavimentos de la indiferencia.

Un instante y el pueblo ya no es más un pueblo, la vida salta y deja sólo llanto como huella de una memoria que jamás será recobrada. 

Un instante y, tras el grito sordo de una muerte que extiende sus alas y devora de un solo bocado a todos por igual, sólo el polvo camina lento. 

Tras su paso el páramo del olvido se establece como un tiempo que nadie mira. 

Los cadáveres son acusados como suicidas de su propio miedo, acusan a sus propios llantos de ser la llama que devoro las miradas.

“Es la casta militar que en su deambular desata océanos de dolor y muerte bajo sus pisadas” (dijo Picasso)

Y el grito seco continua sus trazos donde madura la muerte. 


Hay un momento en que la indiferencia hacer nacer desiertos de los vergeles. 

Hay un instante en que la gente sólo tira la conciencia por la alcantarilla y abraza las murallas derruidas, danza en el moho y se sienta en las gárgolas de la ignominia... Así es la gente, dicen, ya ves como es la gente... eso dice el silencio con mirada pícara, testigo fidedigno que lo ha visto todo pero no pronuncia palabra alguna.

Toda cizaña es absurda, es como el zumbido de insectos que devoran la hierba y con ella, el aliento de la tierra queda como expiación de los suspiros.

 Hay páramos donde se marchitan las estrellas, sólo la niebla con su manto lo acalla todo, enceguece el oído, opaca todo sabor de llanto.

Y los lirios baten sus diminutas alas intentando escapar inútilmente del pantano.

Está prohibido el sonido de las campanas, los rosarios de llantos en las calles. 

Aquí fue la fiesta brava de balas. 

Está prohibida la mirada, en este páramo, sólo los lobos aúllan y dejan por instantes que un poco de luz deambule y vaya enterrando en eternidad las orlas del mar. 

Aquí la oscuridad no debe ser disipada, y la bestia asecha como minotauro para devorar todo rastro de vida o razón.

Las pesadillas son quiebres en el tiempo, ¿aún tocas la fragmentación de aquellos sueños?

No hay espada empuñada que derrote la guadaña, la flor quiebra el filo y su venganza. 


Un corcel que navego el mausoleo ahora es un diminuto grito sordo en voz de la tinta blanca y negra sin espacio para grises. 

Y el suplicio con su niño en brazos es fulgor de las lágrimas que oxidan toda flaqueza.

¿Cuántos son los condenados allá abajo?

 A las siete cuarenta y cinco, el vacío ha caído en su propio abismo. 


La guerra en cualquier tiempo es sofisma de la barbarie, es emanación de la locura creando torbellinos de tristeza que agusanan los hechizos y pudren los sueños.


























II.                   Piedad sin tiempo.




Marmolina sombra perdida en el olvido...

Hurtados los latidos sólo hay que intentar retener el último suspiro...

¿Qué es el vacío del tiempo ante los llantos eternos?

¿Cuándo emerge la piedad?

No importa el tiempo, éstas son las mismas eternas cascadas de sangre
que cargamos en la sombra del tiempo y la historia.

Ni Dios, ni héroe, ni niño tienen salvación alguna ante el odio.

La mujer eterna encarna el dolor secreto, llanto oculto tras el velo.

En todo mundo, en todo tiempo las armas despeñan a la razón.

Y el hijo de Héctor aún cae, su cabeza ya sin gritos revienta entre las rocas.

Toda ira empuña diestramente su espada de veneno y escupe muerte en sus palabras.

Misericordia mancillada...

La abominación entre risas es juego de conquistadores devorando toda humanidad, destrozando todo sentido.

Y así, despeñadas las palabras, ¡la crueldad embiste!








©Lucía de Luna


13 febrero, 2012

Creación



En la Nebulosa del Águila nacen las estrellas,
luz preñada de mañana en partos de atardecer,

Entretejidas por aire roto,
las miradas paralelas son oleajes,
orlas escondidas entre las alas
de oscuridad, océano del silencio.

Extranjero suena a extraño,
todos somos ajenos en el tiempo.

Vida, reflejo dual ante los ciclos,
en simétricos encuentros paralelos.

Y el cristal del destino...
sutil barrera encadenando astros.

Universo finito de estrellas lejanas,
voces de remotos hilos de luz
que nos atrapan el respirar del alma
cuando yacemos en brazos del sueño.

Largas horas deambulan el universo,
sólo la palabra extiende sus alas
y nos vincula el pensamiento.

                                                   L'l  13.feb'12



©Lucía de Luna

08 febrero, 2012

carpe diem o dharmadatu






el tiempo transcurre arrugando la mirada del viento,
cada segundo es un vacío contemplando la nada.
Y la luz, con sus largos cabellos de luna y sol
iluminan el imperturbable rostro de la piedra,
único ligero rastro del pesado pasado...

El universo esconde sus joyas entre voces de estrellas,
es el cielo que canta sus propios rumores
en voz de la niebla, en voz del agua, llanto de luz.

Y el mundo entero reposa con sus secretos
como granos de arena sostenidos en una mano.

Y al  levantar la mirada...
sólo un paso,
y nada...






©Lucía de Luna

02 febrero, 2012

Trece Rosas




¿13, 17, 1,000... 10000 Rosas...?

El océano y el tiempo nos separa,
pero el dolor es el mismo.

Tanto aquí como allá,
Rosas y Nardos se mezclan.

Tanto aquí como allá,
el oleaje del mar aguanta los gritos,
los esconde entre espumas,
hace del llanto giros de tiempo.

Tanto aquí como allá,
hay un silencio que nos ahorca
y sabemos muy bien,
la sangre mancha la eternidad.



©Lucía de Luna